El abuelo de Pablo Iglesias
En una sentencia que no es firme, la Audiencia Provincial de Zamora ha desestimado el recurso de apelación del periodista Hermann Tertsch contra la del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Zamora que le condenó a indemnizar con 12.000 euros al padre de Pablo Iglesias por publicar un artículo de opinión en el que los jueces estiman que el periodista cometió una intromisión ilegítima en el honor del abuelo de Pablo y sus familiares. En dicho artículo, el periodista había dicho que “el abuelo de Pablo Iglesias fue condenado a muerte por participar en sacas”, haciéndose eco de informaciones publicadas en diferentes medios con anterioridad. Informaciones que habían tenido una amplia difusión mediática sin que Pablo Iglesias ni sus familiares hubieran demandado jamás a quienes las publicaron.
Basándose en la información publicada por otros, Hermann Tertsch escribió su artículo de opinión acerca de la nula crítica que hace Pablo Iglesias a los crímenes cometidos por el Frente Popular durante la Guerra Civil, centrado como está en un discurso del odio tan alejado de la reconciliación. La Audiencia de Zamora considera que en los artículos publicados con anterioridad y que sirvieron de base a la opinión de Tertsch había un error y por él condena al periodista de ABC. Es totalmente cierto que el abuelo de Pablo fue condenado a muerte y que dicha pena fue posteriormente conmutada por otra de 30 años de prisión, saliendo de la cárcel a los cinco años con un puesto de alto funcionario en el Ministerio de Trabajo dirigido por el falangista Girón de Velasco. Y también es cierto que fue acusado de participar en la “saca” del marqués de San Fernando, don Joaquín Dorado y de su cuñado, don Pedro Ceballos, quienes fueron asesinados a continuación; habiendo sido denunciado por la viuda del marqués.
El abuelo de Pablo también fue acusado de otros muchos crímenes. Así en el libro del activista de extrema izquierda Francisco Espinosa ‘Masacre. La represión franquista en Villafranca de los Barros (1936-1939)’ leemos que “varios fueron los cargos que recayeron sobre el abogado: haber llevado fusiles a Villafranca a fines de julio del 36, intervenir como delegado gubernativo en el desarme y traslado de la Guardia Civil… por lo que se le considera responsable de los delitos y desmanes que en esta ciudad se cometieron, como fueron incendiar la iglesia cuando estaban los detenidos de derecha dentro”. Pero no fueron necesarias más diligencias ni investigaciones ya que las nueve sentencias de muerte que había firmado como presidente de un Tribunal del Ejército eran suficientes para condenarlo a muerte por rebelión. Las acusaciones están ahí, pero no se necesitaron para la condena.
Por lo tanto, decir que el abuelo de Pablo Iglesias fue condenado a muerte por participar en sacas es tan inexacto como afirmar que no fue acusado de ello. Pablo Iglesias se agarra a un tecnicismo para amedrentar a un periodista crítico. El mensaje que se quiere transmitir es claro: “Si cuentas los crímenes del Frente Popular te vamos a demandar y si tenemos la suerte de dar con un juez afín o poco conocedor de las libertades de expresión y de información, te saldrá caro tu atrevimiento, así que es mejor que te estés calladito y mires para otro lado”. Una prensa atemorizada es su mejor garantía de que nadie desmentirá su falsa memoria histórica, esa en la que sólo hay un bando criminal porque nadie se atreve a investigar ni revelar las barbaridades cometidas por el otro. El miedo ya se ha instalado entre unos periodistas a los que nadie paga por convertirse en héroes mártires de tu derecho a estar informado. Es a ti a quien te corresponde luchar por él, ¿vas a dejar que Pablo Iglesias te lo arrebate?